El característico azulejo sevillano, símbolo urbanístico de la ciudad hispalense, nace en la Edad Media y se convierte en protagonista arquitectónico desde el siglo XIII hasta el XX. El alicatado de las fachadas para proteger de la humedad y producir fresco en las vivienda se convierte en verdaderas obras de arte y colorido que inundan las calles de los barrios y patios más castizos de Sevilla.
Los azulejos rústicos siguen siendo uno de los elementos más empleados para decorar tanto interiores como exteriores de los hogares en Andalucía. Un elemento decorativo que a pesar de su antigüedad sigue siendo fabricado y tratado a mano, ofreciendo infinidad de posibilidades a la hora de adornarlo, admitiéndose todo tipo de motivos, desde florales, geométricos e incluso ecuestres.
Eso sí, a pesar de que este oficio se mantiene tradicional en cuanto a tratado, todo lo que rodea a su actividad comercial evoluciona y se adapta con los tiempos, de hecho, actualmente podemos encontrar tiendas online dedicas a la venta de zócalos rústicos o empresas que dan a conocer su actividad a través de las redes sociales. Un ejemplo de una profesión que mantiene su esencia y que aprovecha las nuevas tecnologías para perpetuarse en el tiempo.
